"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

viernes, 14 de enero de 2011

De la tierra al Cielo XXXV - No sólo la intención vale, sino hacer Su Voluntad

Al inicio del Evangelio según San Marcos nos encontramos con un episodio que nos da una lección importantísima. Un leproso sale al encuentro de Jesús y le pide que lo cure. El Señor no se hace de rogar y le devuelve la salud, al mismo tiempo en que le ordena dos cosas. Debe ir a presentarse a los sacerdotes judíos y dar así cumplimiento a la ley y "lo despidió prohibiéndole severamente" contar lo que le había sucedido.
Recibió pero no obedeció.

Sin embargo el leproso hizo todo lo contrario. Se encargó de hacer saber a todos había sido milagrosamente sanado "de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad". Quizás a muchos ésto les podría parecer lo correcto. Podríamos pensar que el leproso tenía que testimoniar y pregonar la gracia recibida. Pero vemos claramente que esa no era la voluntad de Cristo y el resultado no fue positivo.

Podríamos pensar que la motivación del leproso era la de dar gloria a Dios, pero existe otra posible razón. Sabemos que a los leprosos se los excluía de la sociedad. Tenían que vivir marginados, en las afueras de la ciudad, lejos de su familia y amigos. Podría ser que éste leproso lo que quería era hacer público que ya no era un enfermo, que podía volver a integrarse a todo. En ese caso la motivación no era la gloria de Dios, sino la propia figuración.

Todos sabemos que nuestro deber es hacer el bien y todo el bien posible. Sin embargo tenemos esa tendencia a hacer aquel bien que nos apetece más, aquello que nos complace.Cuando se trata de comprometer nuestra acción, nuestra vida, debemos siempre de consultar con Dios. Es Él quien tiene el plan perfecto, al que nosotros tenemos que acoplarnos si queremos ser felices y hacer felices a los demás. Por eso es tan importante el discernimiento.

Discernir implica pensar y decidir como Jesús. Basta ponernos en oración, leyendo la Palabra de Dios con toda la disponibilidad, dejándonos inspirar por ella. La gracia de Dios actuará en nosotros y el Espíritu Santo nos indicará el camino exacto. No bastan sólo las buenas intenciones, si no hacemos la voluntad de Dios, no estamos haciendo lo correcto.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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