Hoy tanto en las lecturas como en el Evangelio se repite la misma idea: testimonio. Dios quiere que seamos capaces de dar testimonio de Él en el mundo. Ser testigo significa hablar de aquello que hemos experimentado, de aquello con conocemos bien. La fe tiene que ser compartida y predicada por testigos.
Cuando se escucha hablar de testimonio enseguida nos viene a la mente la idea de alguien que enumera los favores que ha recibido de Dios. No es que esté mal como inicio, pero el testimonio es mucho más. No podemos pensar que tenemos que esperar a recibir algún milagro o a ser testigos de alguna cosa extraordinaria para entonces ponernos a testimoniar.
Nosotros hemos conocido a un Dios que se ha hecho niño, que vivió entre los hombres, trabajando, rezando y caminando entre nosotros. Un Dios que se dejó clavar en la Cruz y que al tercer día resucitó. Un Mesías que se hace Pan en casa Misa y que nos perdona cada vez que, arrepentidos, nos confesamos. Es un Dios grandioso y a la vez cercano. Eso es lo que debemos pregonar.
No es posible que seamos nosotros los primeros en caer en la trampa de la espectacularización, buscando el show en cada cosa. Nadie le hace la agenda al Espíritu Santo. No podemos convertirnos en buscadores de milagros. ¡Qué mayor milagro que la Eucaristía?
Hermanos la nuestra es la más importante de las noticias, aunque no aparezca en ningún noticiero: Dios nos ha salvado. Somos testigos de esa verdad porque cada día la experimentamos en nuestro camino espiritual. Tantos nos han dado su ejemplo y ya va siendo hora de tomar la posta. Prediquemos a nuestro Dios, quien hace extraordinarias todas las cosas y espectaculares todos los días.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Sabias palabras ;)
ResponderEliminarGracias Dios le page mil gracias
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