Bien despachados ALA :
Seguro que después de tanta fiesta estarán un poquito más "robustos", pero como dicen que la belleza entra por la boca, no hay nada de que preocuparse. Así que después de estas embellecedoras fiestas y con la alegría de haber concluído casi todas las tareas que me dejaron para entretenerme en vacaciones, les cuento los últimos acontecimientos del 2010 y los primeros del 2011.
Como ya les había comentado, nuestros estimados maestros nos dejaron alguna tarea para despachar en vacaciones. Puedo decir que en éste momento, mientras se los cuento, tengo ya la tranquilidad de haberlas terminado todas. La verdad es que ellos las envían con tiempo (aunque algunos si esperaron la última semana para mandarlas). El problema es que nos llegan trabajos en continuación y uno va haciendo siempre lo más urgente. Al final quedaron muchas para las “vacaciones”. Yo creo que he batido mi propio record de horas sentado frente al escritorio. Y como ni así me alcanza para todo lo que había que hacer, hasta el tiempo de viaje en el tren había que aprovecharlo (la foto no miente). Menos mal que los administradores de “Trenitalia” se preocuparon de los estudiantes y de los comelones, poniendo unas mesitas plegables en el respaldar de los asientos.
Ya les había comentado que acá para la cena de Navidad no hay ni pavo, ni chancho, sino mariscos, pues la de fin de año también fue una sorpresa. Resulta que por tradición se come sopa de lentejas. No se parece al sabroso menestrón ecuatoriano, sino más bien una sopita simple de lentejas (ni queso le ponen). Por sea caso no estoy criticando, es sólo que así como ellos saben de pasta, nosotros nos entendemos con la lenteja y el lentejón. Y acompañando ese plato venían unas salchichas “especiales”, que sólo se comen en esa noche. Llevan el cuero y la grasa del cerdo, es decir lo de menos valor. Se lo come en esa época, porque es lo último que queda del animalito. La costumbre es faenarlos en enero y preparar toda clase de embutidos, que se irán consumiendo a lo largo del año, dejando para el final las mencionadas salchichas. Así que nada de “Año Viejo”, ni testamento, ni viuda. Algunos cohetes, lentejas y salchichas, junto al brindis con vino espumante para recibir al 2011.
Luego de la cena y mientras se espera que llegue la medianoche, es también tradicional jugar al Bingo, que ellos acá llaman “Tómbola”. Aprovechando una gallada de adolescentes que cayó en la casa, amigos de los sobrinos del párroco, nos organizamos el juego. Como era poniendo dinero y casi siempre ando chiro, me tocó cantar los números. Lo extraño es que Don Antonio, el párroco ganaba continuamente. De seis juegos sacó tabla llena en cinco. Así que estaba contentísimo diciendo que sería un año de buena suerte. Yo para hacerlo enojar le dije que más bien era la suerte del 2010, porque todavía faltaba una hora para el nuevo año. En todo caso, al día siguiente jugó a la lotería, con la esperanza de sacarse el premio mayor (se parece a mi abuelita). Como yo le escogí los números, dijo que si se la ganaba, me daría mi comisión. Yo no estoy muy convencido.
Concurso de Pucheros
Luego del bingo y como el tiempo pasaba lentamente me dieron ganas de jugar con los chicos. Y como las muchachas andaban que se pintaban los labios (tienen todas entre 12 y 13 años) las comencé a molestar. La idea era ver quién hacía el mejor “puchero” para ponerse el lápiz labial. A mi las muecas me salen solas, no es que me pongo a practicar. Las muchachas se esforzaban por imitar la bemba del maestro, sin lograr equipararla. Al final el jurado calificador confirmó que el “puchero” rey seguía siendo el mío.
Por celebrarse la solemnidad de María Madre de Dios le pareció a Don Antonio que sería buena cosa ir a saludar al obispo. Después de la Misa en Canneto nos dirigimos a la catedral de la diócesis de Sora, a la que pertenece el santuario. Al salir de la Misa pudimos saludarlo y darle los consabidos buenos deseos de año nuevo. Me sorprendió que a pesar de haberme visto sólo una vez, durante la semana mayor, todavía se acordara de mi. Me saludó atentamente y luego le dijo a Don Antonio que le llamaría en éstos días. Esperemos que no sea para cambiarlo de parroquia.
Me despido con los mejores deseos de un año que traiga la paz al mundo y nos acerque a todos más a Dios y a su Reino. Los abrazo desde Roma, pero con mi corazón al lado del de ustedes.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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