"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 11 de octubre de 2010

De la tierra al Cielo XXX - Guerra a las Medias Tintas

Si partes de un lugar con dirección a otro y sólo caminas hasta la mitad del trayecto no has hecho algo inteligente. Ni llegaste a tu meta, ni te quedaste en el punto de partida. Es como estar en la nada. Lo sabio en ese momento sería seguir caminando, porque por muy desanimado o cansado que estés, volver te costará lo mismo que llegar a la meta. Así que lo más lógico frente a ese dilema, es seguir avanzando.

Este es un problema que se plantea a todo nivel. En el estudio, en el trabajo, en la amistad, en la familia y sobre todo en la religión. Quien no esté dispuesto a avanzar, se deja arrastrar por la corriente. Lastimosamente el mundo está lleno de mediocres que siembran y promueven el pesimismo. Quizás la frustración de ver su fracaso les hace obrar de esa manera o a lo mejor es que simplemente no saben que la vida no se trata de éxitos humanos, sino de ganarse el Cielo.

A los mediocres en la vida espiritual se les llama tibios. La tibieza espiritual es una de las más graves enfermedades del espíritu y lamentablemente está muy propagada. A veces nos parece que con que haya bastante gente en la Iglesia ya está todo ganado. No basta con estar, si ya diste ese paso, debes seguir caminando y no quedarte a mitad del camino. La verdad es que la santidad no es para medias tintas. Basta con leer algunas vidas de santos para caer en la cuenta. El verdadero amor, la caridad, te impulsa siempre a dar más de ti. Quien se conforma será siempre presa de la mediocridad, porque en la vida espiritual, el que no avanza retrocede. No hay como quedarse estático.

Hemos comenzado el mes de las misiones y no podemos desperdiciar la oportunidad. Por primera vez, sin embargo, voy a pedirte que no pienses en evangelizar a otros. Dicen que la caridad empieza por casa, así que hoy te invito a empezar contigo mismo. Hazle la guerra a las medias tintas. Revisa tu vida espiritual, tu vivencia de la fe, tu comunión eucarística, tu oración diaria. Sólo afinando el instrumento es que dará las notas correctas. Tiempla tus cuerdas para que puedas después ayudar a los demás a afinarse.

Ya basta de cristianos buenitos, de los que no hacen mal a nadie, ni bien a ninguno porque ni son santos ni están luchando para llegar a serlo. La guerra nos la tenemos que hacer a nosotros mismos, a nuestra conformidad, a nuestro egoísmo. Sólo así tendremos esperanzas de llegar a ser gratos a Dios, santos como Él quiere que seamos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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