"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 3 de octubre de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo XXVII del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

El pasaje de hoy comienza hablandonos de la fe. Son los apóstoles quienes le piden al Señor que les aumente esta virtud, tan esencial para poder relacionarnos con Dios, señal de que eran ya concientes de su importancia. Pero Jesús aparentemente se aleja del tema, porque usa como ejemplo la relación entre patrono y obrero, o más bien entre un amo y su siervo.

Si preguntamos a cualquiera de nuestros hermanos en la fe en que consiste esta virtud, nos dirán que en creer y confiar en Dios. Y vemos entónces a tantos que, como consecuencia de esta idea de fe resumen su relación con Dios a una serie de actos de piedad que tienen como objetivo "convencer" a Dios para que haga nuestra voluntad, para que nos cumpla los "caprichos". Así es como tendremos que escuchar muchas veces decir que van a Misa porque tienen una necesidad o alguna enfermedad, rezan para que Dios les ayude o les solucione algún problema y así, en consecuencia, una religión por interés.

Que distintos son los ejemplos que nos han dejado los santos, comenzando por María que se reconoce la "Esclava del Señor". Sus actos de piedad, su religión eran una constante acción de gracias a Dios por sus beneficios, especialmente la salvación. El único objetivo que perseguían era hacer la voluntad de Dios y si se pedía algo era precisamente la fuerza para cumplirla según su plan.

Por eso el Beato Manuel González enseñaba que la verdadera fe, la "fe viva" siempre va acompañada de la virtud de la piedad. Esa virtud nos enseña a tratar a Dios como Creador, como el Todopoderoso a quien le debemos todo y por tanto le damos culto y le servimos.

Si Jesús nos ha revelado que Dios es bondad, es amor, es misericordia, no ha sido para que busquemos sacarle provecho, sino más bien para que pudieramos amarlo con mayor facilidad. Ha sido el mismo Cristo quien hoy nos ha recordado que somos "siervos inútiles". Nuestra actitud frente a Dios debe ser la de servidores, porque Él es el Creador y nosotros somos sus creaturas.

Siempre que pidamos cosas espirituales, el Señor nos las concederá. Pidamosle hoy, así como los apóstoles, una fe viva, una profunda piedad, para que cada momento de nuestra vida sea consagrado a El. Entónces sabremos que estamos caminando según la voluntad de Dios, porque seremos siervos por amor.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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