Ecuador: El Papa pide que se asegure la enseñanza religiosa escolar Al recibir al nuevo embajador del país ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa defendió el derecho a la enseñanza religiosa escolar en Ecuador, que la ley prevé también en los colegios del Estado, así como el respeto a la identidad y autonomía de las instituciones educativas católicas.
Lo hizo este viernes al recibir en el Vaticano al nuevo embajador de Ecuador ante la Santa Sede, Luis Dositeo Latorre Tapia, con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.
“Los padres tienen que contar con que la libertad de educación sea promovida también en las instituciones docentes estatales, donde la legislación seguirá asegurando la enseñanza religiosa escolar en el marco curricular correspondiente a los fines propios de la escuela en cuanto tal”.
También destacó que “la Autoridad pública ha de garantizar el derecho que asiste a los padres, tanto de formar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y criterios éticos, como de fundar y sostener instituciones docentes”.
“En esta perspectiva -dijo-, es también importante que la autoridad pública respete la identidad específica y la autonomía de las instituciones educativas y de la universidad católica, en consonancia con el modus vivendi, suscrito hace más de setenta años entre la República del Ecuador y la Santa Sede”.
Benedicto XVI recordó al embajador que “una de las grandes metas que vuestros conciudadanos se han propuesto es la de lograr una amplia reforma del sistema educativo”.
En este sentido, indicó que “la Iglesia en Ecuador tiene una fructífera historia en el área de la instrucción de la niñez y juventud”.
“Es de justicia que no se ignore esta ardua tarea eclesial, ejemplo de sana colaboración con el Estado -afirmó-. Antes bien, la comunidad cristiana desea seguir poniendo su larga experiencia en este campo al servicio de todos”.
“Por ello, tiene su mano abierta para concurrir a la elevación del nivel cultural, que constituye un desafío prioritario para el recto progreso humano, lo cual reclama al mismo tiempo aquella libertad sin la cual la educación dejaría de ser tal”, añadió.
Sobre el tema de la educación, el Pontífice destacó también que “la identidad más profunda de la escuela y la universidad no se agota en la mera transmisión de datos o informaciones útiles, sino que responde a la voluntad de infundir en los alumnos el amor a la verdad, que los conduzca hacia aquella madurez personal con que habrán de ejercer su papel de protagonistas del desarrollo social, económico y cultural del país”.
Promoción del desarrollo
En un sentido más amplio, recordó “cuántos beneficios puede aportar la fe católica a la promoción de todas aquellas iniciativas que dignifican a la persona y perfeccionan la sociedad”.
Y señaló que la Iglesia “en el cumplimiento de su misión específica, no busca privilegio alguno; sólo quiere incrementar cuanto contribuya al desarrollo integral de las personas”.
También indicó que la comunidad eclesial “secunda el esfuerzo que las autoridades ecuatorianas vienen llevando a cabo en estos últimos años para redescubrir los cimientos de la propia convivencia democrática, fortalecer el Estado de derecho y dar nueva pujanza a la solidaridad y la fraternidad”.
Y confesó que reza para “que el bien común prevalezca sobre los intereses de partido o de clase, el imperativo ético sea punto de referencia obligatorio de todo ciudadano, la riqueza sea equitativamente distribuida, y los sacrificios se compartan por igual y no graven únicamente sobre los más menesterosos”.
Persona: alma y cuerpo
En referencia a la realidad de Ecuador, destacó su “filigrana de raras bellezas paisajísticas” y “el rosario de cualidades que adornan a los ecuatorianos, gente hospitalaria y emprendedora, que reconoce que no hay progreso justo ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.
Y sobre esto último, recordó que “la historia enseña que el desconocimiento o tergiversación de esta verdad sobre el hombre es a menudo el pórtico de injusticias y totalitarismos”.
Benedicto XVI también destacó que “las autoridades ecuatorianas prestarán un gran servicio” acrecentando el patrimonio humano y espiritual del país “como la defensa de la vida desde su concepción hasta su declive natural, la libertad religiosa, la libre expresión del pensamiento, así como las demás libertades civiles, por ser éstas la auténtica condición para una real justicia social”.
“Ésta, a su vez, no podrá afirmarse sino a partir del apoyo y tutela, también en términos jurídicos y económicos, de la célula original de la sociedad, que no es otra que la familia establecida sobre la unión matrimonial de un hombre con una mujer”, continuó.
Y añadió: “De fundamental trascendencia también serán aquellos programas destinados a erradicar el desempleo, la violencia, la impunidad, el analfabetismo y la corrupción”.
Función de los pastores
Finalmente, afirmó que “en la consecución de estos loables objetivos, los pastores de la Iglesia son conscientes de que no han de entrar en el debate político, proponiendo soluciones concretas o imponiendo el propio comportamiento”.
“Pero tampoco pueden ni deben permanecer neutrales ante los grandes problemas o aspiraciones del ser humano, ni ser indolentes a la hora de luchar por la justicia”, reconoció.
“Con el debido respeto a la pluralidad de opciones legítimas -destacó-, su papel consiste más bien en iluminar con el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia las mentes y las voluntades de los fieles, para que escojan con responsabilidad las decisiones encaminadas a la edificación de una sociedad más armónica y ordenada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario