"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 27 de diciembre de 2011

De la tierra al Cielo LXIII - El Castillo de Herodes

Un sacerdote anciano, mientras contemplábamos un hermoso Pesebre, me hizo una interesante observación. “Ya no ponen el castillo de Herodes” afirmó. A mi me tomó por sorpresa porque nunca se me había ocurrido que tal elemento fuera parte de un cuadro tan idílico como el del Nacimiento. Pero resulta que haciendo luego un poco de investigación entre la gente mayor, he confirmado que era una costumbre antigua el incluir dentro del cuadro también el castillo del Rey Herodes.

Parecería un antagonismo darle parte en la fiesta a quien quería matar al Niño, al culpable de que la Sagrada Familia tuviese que huir a Egipto. Sin embargo hay algo que no podemos dejar de lado y es que Jesús no vino a pasar unas vacaciones, sino a dar su vida para redimirnos. El castillo representa la oposición que durante toda su vida tendría que padecer el Mesías. Ese castillo representa el mal que sigue haciendo estragos en el mundo, el pecado que cada uno de nosotros comete y que, al fin y al cabo, es lo que llevó a Cristo a encarnarse.

Nuestra “blanca Navidad” tiene, por lo tanto, una mancha, una sombra. La misma marca que selló la vida de nuestros primeros padres en el jardín del Edén. Pretender que no existe es fácil pero ilusorio. 

Ser discípulo de Cristo nunca ha sido ni será una vida color de rosa. Él mismo nos ha ofrecido el ciento por uno en persecuciones y además nos aseguró que el discípulo no es más que su Maestro. Siendo Él leño verde lo trataron como lo trataron, qué será de nosotros que somos leño seco. Pero ese es el único camino si estamos dispuestos a tomarnos en serio nuestra vida cristiana, si de verdad queremos seguirlo.

Creo que sería recomendable comenzar a poner el castillo de Herodes en nuestros nacimientos, quizás así recordaremos que el Niño de Belén es el mismo Crucificado del Calvario, el mismo que a diario podemos recibir en el Pan de la Eucaristía. No podemos olvidar que mientras esperamos el Día de la Cosecha, el trigo y la cizaña deben crecer juntos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. Ciertamente, es preciso identificar el mal, para poder luchar para vencerlo, de modo especial como usted dice padre,para vencer nuestros propios pecados. Hay que tener en cuenta que existe el mal, para poder aferrarnos más al bien supremo que es Dios. Gracias por esta hermosa reflexión!!

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