"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 24 de enero de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo III del Tiempo Ordinario


Queridos Hermanos:

Cuando preparaba la homilìa de esta semana, me vino a la mente Shakira. Cuando comenzò su carrera en la musica con su guitarra y su hermosa voz, prometìa una revoluciòn. Me entusiasmò que una jòven colombiana se decidiera a cantar no sòlo al amor, sino tambièn para defender valores. Seguramente recordaremos la canciòn con la que denunciaba el aborto. Prometìa ser una cantante moderna, juvenil y sobre todo portadora de un mensaje positivo para la nueva generaciòn. Pero todo durò tan poco. Ahora la vemos cantar canciones sin valor alguno, donde la voz ha quedado opacada por el movimiento de sus caderas y unas composiciones llenas de erotismo. Shakira perdiò su identidad, y con ella toda su riqueza, empobrecièndo el medio que debìa iluminar.

La identidad de cada uno es algo esencial, perderla significa no ser uno mismo y por lo tanto no hacer aquello que nos toca. Jesucristo en el Evangelio de hoy deja en claro que sabe quièn es y para què ha sido enviado al mundo, para què se ha encarnado. Cuando declara que la profecìa de Isaìas se ha cumplido en El, nos comunica cuàl es su identidad y por lo tanto, su misiòn.

Si prestamos atenciòn a la segunda lectura, recordaremos que somos miembros del Cuerpo Mìstico de Cristo. No es difìcil concluir que entònces estamos identificados con Cristo, Su identidad es la nuestra, porque El es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia.

Recordemos que nuestro Maestro nos ha puesto en el mundo para ser la sal. Antes de que existieran los refrigeradores, la carne se salaba, para evitar su putrefacciòn. Es decir que la sal preserva de la corrupciòn. Nosotros, los cristianos estamos en el mundo para preservarlo de la corrupciòn. Pero existe el peligro de que la sal se vuelva sosa, es decir, pierda su sabor, su identidad.
Teniendo claro cual es nuestra identidad, sabemos què es lo que debemos hacer. No es fàcil, de hecho la lucha comienza dentro de nosotros mismos, combatiendo nuestro pecado. Solo asì podremos hacer la diferencia.

No nos dejemos arrastrar por la corriente. Si perdemos nuestra identidad, lo habremos perdido todo. Somos la Iglesia, miembros de Cristo, El es la cabeza de este cuerpo Mìstico.
Hasta el Cielo.
P. Cèsar Piechestein
elcuradetodos ... ustedes



1 comentario:

  1. oiga!!! No sabe!!! Ayer hablaba con mi mamá lo mismo que depravada esta tipa y lo peor es que el ritmo de sus canciones peeeega, pero sus letras una vaina!!!, cha y de paso declaró que en la actualidad se le da mucha importancia a Dios olvidándonos de realzar nuestros cuerpos y un poco de tonteras, que decepción!!!

    ResponderEliminar