"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 3 de enero de 2010

Reflexionando el Evangelio - II Domingo despuès de Navidad


Queridos Hermanos:
En el Evangelio de hoy se nos revela que el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, viene lleno de gracia y de verdad, y de su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia. Creo que ahora es nuestro deber comprender por què y para què Cristo nos ha dado su gracia.

La gracia es la misma vida de Dios en nosotros. Esta vida interior la recibimos a travès de los sacramentos. Para quien se reconoce pecador y ha palpado la propia debilidad, es bastante fàcil darse cuenta de que sin la ayuda de Dios, somos incapaces de hacer algo bueno. Cristo que se ha hecho en todo igual a nosotros, menos en el pecado, lo comprende perfectamente y es por eso que, con su muerte en la Cruz, nos ha provisto de todas las gracias que necesitamos para poder alcanzar la salvaciòn eterna. Ahì estàn el por què y el para què de la gracia de Dios.

Apenas hemos comenzado un nuevo anio y aunque cambiemos la agenda, la vida y los problemas, siguen siendo los mismos. A nosotros nos toca marcar la diferencia, pero sin la ayuda de la gracia, poco o nada podremos hacer.

Yo sè que por estas fechas, todos los anios nos hacemos una serie de propòsitos, que muchas veces no llegamos a cumplir. Pero creanme que serìa estupendo, si por lo menos este logràramos cumplirlo. Atesoremos la gracia de Dios, procuremos recibirla y acrecentarla cada dìa. La confesiòn frecuente nos ayudarà a recuperarla si la hemos perdido y la Eucaristìa nos la acrecentarà. Cultivemos cada dìa nuestra oraciòn, desde aquel trocito de pan guardadito en el Sagrario, que es Cristo que nos espera, que nos llama.

No conozco el secreto para el èxito, pero sè por experiencia, que quien comprende la importancia de la gracia de Dios, crece y se fortalece. No dejemos la tarea para despuès, comencemos hoy, porque el tiempo vuela. Que la gracia sea para nosotros fuente de esperanza, alegrìa y fuerza. Hasta el Cielo.
P. Cèsar Piechestein
elcuradetodos... ustedes

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